Aventura nº...

AVENTURA Nº 2: RUTA DE LOS CABOS 2012

sábado, 22 de octubre de 2011

DÍA 26: KHOVD - ALTAI

17 de agosto de 2011


1 país: Mongolia (acumulados 17)

0 túneles (acumulados 138)

438 km (acumulados 13.393 km)

Amanece, hora de desayunar.


Hoy hemos visto salir el amanecer mientras nos preparábamos para iniciar la etapa, y hemos parado en cuanto se ha puesto el sol. Desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la tarde y sólo hemos avanzado 438 km. Y es que, de nuevo, hoy hemos tenido nuestra pequeña historia que nos ha retenido durante un par de horas en total. Conducir en Mongolia no es pensat i fet , como se diría en valenciano. En cualquier rincón del camino hay un inconveniente esperándote.

Esta mañana los mosquitos no estaban tan activos como anoche, así que hemos podido desayunar con un poco más de calma mientras el Sol asomaba tras los montes al otro lado del lago; y hemos vuelto a la pista y al polvo.

Los primeros 50 km eran hacia el sur por una llanura abierta y pedregosa en la que el camino era una multitud de ramificaciones en la que ninguna era mucho mejor ni mucho peor que la de al lado. Se veía algo de tráfico incluyendo camiones de obra, igual que ayer. Pero estos camiones se veían cada vez más a la izquierda, ligeramente paralelos a nosotros hacia el este.

Los caminos.

Al llegar a las inmediaciones de lo que en nuestro mapa de carreteras aparecía como una bifurcación hemos podido comprobar que esa bifurcación del mapa no es más que algo esquemático porque era unos cuantos kilómetros antes donde nuestra ruta se iba desviando hacia el sureste. Es decir, que no se trataba de un cruce tal cual sino de un lugar impreciso de la llanura en la que los caminos van divergiendo poco a poco. Afortunadamente, en mitad de las dos rutas (la buena y la nuestra) aparecía un espolón montañoso que dividía la llanura en dos y que hemos podido ver que también figuraba en el mapa. Eso nos ha dado mala espina, unido a que la línea eléctrica de alta tensión también se apartaba al este y que finalmente nos hemos encontrado con unas indicaciones de carretera que enviaban a un pueblo llamado Mankhan, 7 km al sur de nuestro camino.

Hemos tenido que ir campo a través buscando la pista correcta por caminillos de cabras abiertos entre las dos rutas principales. En este punto comenzaban las obras, y ha sido complicado encontrar la forma de pasar al otro lado de terraplén en construcción. Curiosamente, había una puente y una gasolinera pero ambos estaban cerrados. Junto a un grupo de yurtas en la orilla del río hemos encontrado a una adolescente que no encajaba en aquel pobre desierto de piedras. Vestía unos vaqueros ajustados y una camiseta, además de ir bien peinada y limpia (que no es lo que nos hemos encontrado hasta ahora). Junto a ella había una señora mayor que sí parecía más acorde con el lugar: piel ajada, desdentada, vestida al modo tradicional y con los años pesándole sobre la espalda.

La chica nos ha respondido, en un inglés muy correcto, que efectivamente íbamos bien hacia Altai. Y que era en ese punto donde había que cruzar el río. Yo no terminaba de creérmelo y pensaba que habría otro vado más practicable en algún otro lugar. Pero en la orilla opuesta del río había una familia haciendo camping (en tiendas de campaña, no en yurta), con su coche familiar de tamaño medio, y nos han dicho también que era por ahí. Un camión ha pasado por delante de nosotros y no me ha convencido ver lo que se hundían las ruedas en el agua, pero si todos decían que el camino era ése, pues adelante. Pau ha pasado a pie para ver la profundidad y le hemos seguido. Sin problemas. Fue más difícil el segundo vado de ayer.

A partir de este punto el camino ha empeorado considerablemente, si es que eso era posible. La ruta “buena” estaba en obras y teníamos que ir por lugares imposibles. Hemos dado muchos saltos en baches que esperaban traicioneros al final de cada pequeño tramo en condiciones más aceptables.

Han sido 60 km malísimos que hemos hecho en unas dos horas: una gran media... Tras este tramo horrible, cuando parecía que se podía conducir un poco mejor (la ondulación sigue en su sitio pero al menos el camino es recto por una plataforma elevada) nos hemos encontrado con otros participantes: un coche pequeño y un furgón. Parece que tenían algún problema con el coche pequeño. Algunos de ellos eran norteamericanos, y afortunadamente eran bastantes y no nos han pedido ayuda, así que hemos seguido adelante a toda prisa (que estamos ya a miércoles y en dos días deberíamos llegar a Ulán Bator). Y unos kilómetros más adelante, de nuevo hemos encontrando otra bifurcación (esta vez claramente perceptible en el terreno) en la que no había indicaciones. La ruta más ancha se desviaba al este, pero según el mapa de carreteras (que no marcaba ese cruce) nosotros debíamos seguir hacia el sureste, hacia donde iba el camino más estrecho que teníamos delante. Han pasado un par de todoterrenos lujosos por la pista principal, y tras un par de minutos de divagaciones ha aparecido un camión por el camino estrecho. Le hemos pedido que parara y tras un rato de confusión de los dos camioneros (también iba una mujer en la cabina) en el que parecía que no entendían el mapa, nos han dicho que hacia Altai y Ulán Bator era por el otro lado.

Menos mal que los hemos encontrado porque parece que con la escala de nuestro plano no hay que fiarse al 100% de las direcciones que toman los caminos en el papel. Y también menos mal para los camioneros, que se han dado cuenta de que la carga del remolque estaba a punto de caérseles. Así que los hemos dejado estibando de nuevo la mercancía y hemos seguido camino de siguiente pueblo: Darvi.

Y ahí nos ha ocurrido de nuevo lo mismo. Tras este pueblo, y según el mapa, la carretera debía dar un giro muy pronunciado hacia el norte y luego al este, pero poco a poco la pista principal se ha ido difuminando y han comenzado a aparecer muchos caminos que parecían intransitados. Todos más o menos en la misma dirección pero no tal y como indicaba el mapa. Intentábamos interpretar las colinas que veíamos con las elevaciones que marcaba el plano, pero lo único por lo que creíamos que no había otro camino posible es porque poco a poco, en los dos sentidos, ha comenzado a aparecer tráfico: camiones, autobuses, todoterrenos, turismos y furgonetas-taxi. Pero el tráfico en estas regiones de Mongolia no es una cosa que produzca embotellamientos, sino que cada 5 ó 10 minutos veíamos aparecer un vehículo, de una forma constante. El camino tenía que ser ése porque no se veía en el plano que en esta zona hubiera nada, ni carretera ni pueblo diferente a nuestra ruta. Aún así, hemos seguido por fe en ese razonamiento y no por la forma de la carretera en el mapa.

Y así hemos seguido, por en medio de una gran nada en la que de vez en cuando se nos cruzaba un grupo de camellos y algún que otro camión o taxi colectivo. Precisamente durante bastantes kilómetros hemos seguido a uno de éstos (hasta que han parado a descansar) porque hemos de suponer que los conductores locales conocen mejor el camino y saben qué ramales están en mejores condiciones.

Siguiendo a uno de los taxis colectivos.

Hemos parado en medio de esa nada para comer, y Pau ha visto que el quitapolvos del amortiguador delantero derecho está hecho unos zorros, y perdíamos lubricante del interior del amortiguador. Lo hemos arreglado como hemos podido con cinta americana, y a seguir con algo en el estómago.

Por fin, a unos 70 km de Altai, la pista ha vuelto a ser una plataforma elevada de zahorra por la que se podía avanzar a mayor velocidad (incluso a 80 km/h en algún tramo) por la grava suelta y bien nivelada del camino. Pero a 30 km de la ciudad, conduciendo Pau a unos 70-80km/h, hemos notado que el baile característico de rodar en tierras sueltas era excesivo y la ambulancia empezaba a culear mucho. En ese momento hemos escuchado una de las ruedas de atrás haciendo mucho ruido y hemos parado: Pinchazo y rueda trasera izquierda, la que nos arregló Juan Pedro, destrozada. ¡Cómo olía a goma quemada!


Pau muestra, orgulloso, su buena obra del día.

Nos ha costado sangre y sudor cambiar la rueda (menos mal que ayer por la tarde en Khovd cambiamos la cubierta a la llanta) porque nuestro gato es un tanto perezoso y no trae manivela, con lo que hay que ayudarse de una llave de tuercas para hacer girar el brazo. Ha sido agotador, pero hemos conseguido cambiar la rueda y nos hemos visto obligados a parar en Altai en el taller oficial del Rally Mongol para que nos volvieran a cambiar la cubierta de la llanta, si es que no teníamos que comprar otra llanta porque se había dañado.




Pau observa cómo intento subir la ambulancia un poco más. La rueda rota salió pero hay que levantar más para que entre la nueva.



Servidor mostrando el sudor, la sangre y la suciedad fruto del cambio de la rueda.

En Altai hemos encontrado el taller sin dificultad (había un gran cartel con las palabras Rally Mongol). Allí estaban esperando también a que les hicieran unos arreglos unos escoceses que habían tenido un accidente y habían dado varias vueltas de campana. Afortunadamente estaban bien y sólo habían tenido que quitar las lunas y cambiarlas por plástico. Nuria atendió a uno de ellos, que decía que había tenido un golpe fuerte en la cabeza. Se fueron al rato de llegar nosotros, y más tarde aparecieron los del furgón que nos encontramos esta mañana preguntando por ellos y si estaban bien. Se fueron al centro de la ciudad en su búsqueda.


Taller socio del Mongol Rally

En el taller, el tío que se encarga del tema ruedas nos ha dicho (todo por gestos) que podría arreglar la llanta y nos cambiaba la cubierta. Así que nos hemos relajado y hemos aprovechado para comprar agua y refrescos. Además, mientras intentaban ver si nos podían arreglarnos el tema del quitapolvos del amortiguador, Nuria ha atendido a un par de niños: a una por quemadura en la pierna (con leche hirviendo, según me contó la madre, o la tía) y a otro niño por unos sarpullidos en todo el estómago. A la madre de éste le hemos dado el bote de polvos de talco y Nuria le ha explicado que era muy importante que después de lavarlo, lo secara bien. Esperemos que la traducción doble simultánea haya sido útil. Uno de los tipos que estaba en el taller, le ha cogido “cariño” a Nuria y nos la quería comprar. No ha habido trato.




Nuria atendiendo a la niña con la quemadura de leche en la pierna

Y además, como veía que los que tenían que arreglar el quitapolvos no se aclaraban mucho para sacar la rueda (he tenido que ayudarles a quitar las tuercas), les he dicho que se olvidaran del tema y que como mucho volvieran a fijar con cinta lo que pudieran. Nos quedan 1.050 km, no creo que sean grave.

La chica que nos ha hecho de intérprete ha dicho a Pau que a partir de ahora teníamos un bonito camino hacia Ulán Bator (“nice road” ha dicho la amiga), nada que ver con la carretera bacheada que habíamos sufrido. Así que tras llenar el depósito hemos seguido hacia el este confiando en que durante el poco menos de hora que nos quedaba de luz pudiéramos avanzar bastante. Han sido unos 40 km, no conseguimos medias mayores.

Igual que ayer, en cuanto la luz de los faros ha comenzado a hacer sombra en los baches, hemos buscado un sitio alejado del camino, al otro lado de las obras de la carretera nueva que están construyendo por este lado de la ciudad, y hemos montado el campamento (qué diferencia con la primera noche de acampada en Klenová, que no sabíamos montar la tienda; ahora lo hacemos con los ojos cerrados).

Aunque está oscuro y la carretera está intransitable (a pesar de lo que nos ha dicho la chica de Altai) hay bastante tráfico, casi más que durante el día; y siguen pasando camiones, coches y motos al otro lado de la plataforma en construcción.

Estamos a 1.000 km de Ulán Bator y sabemos que los últimos 400 km son asfaltados. Creo que podremos hacerlo en dos días.




Hoy acampamos en mitad de esta nada.

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