Aventura nº...

AVENTURA Nº 2: RUTA DE LOS CABOS 2012

martes, 13 de septiembre de 2011

DÍA 12: HASHTPAR ‑ BEHSHAHR

3 de agosto de 2011


1 paÍs: Irán (acumulados 12)

0 túneles (acumulados 135)

571 km (acumulados 7.304 km)


Menos mal que había aire acondicionado en el hotel (en los turcos, a excepción de Estambul, no había) porque el calor y la humedad de esta zona son importantes.

El chaval de la recepción que anoche me enseñó las habitaciones para convencerme de que eran buenas y tenían aire acondicionado (debería haberme fijado en la dureza de las camas y que no suelen limpiar demasiado, sino que trasladan la suciedad de un sitio a otro) seguía esta mañana en la recepción, como viene siendo costumbre.

Después de tantos días diciéndonos que no debíamos probar verduras crudas a lo largo de los Balcanes y de Turquía, cuando por fin llevamos dos o tres jornadas sin probar ensaladas y llevando algo más de cuidado con la alimentación, Nuria ha pillado gastroenteritis. La doctora es la primera que ha caído. Algunos Aventoreros también andan flojos.

Nada más salir hemos estado buscando gasolinera y por fin hemos rellenado nuestros pequeños bidones para el gasoil y los hemos fijado con precinto en el único sitio que nos queda libre: en el escalón del portón lateral. Nuria no estaba muy convencida de que lleváramos el gasoil ahí dentro, pero le hemos dado unas cuantas vueltas al precinto y nos hemos asegurado de que no se caería.

Hemos avanzado hacia el sureste y la primera parada ha sido en Bandar-e Anzali, donde tras dar varias vueltas hemos parado junto al puerto donde los Aventoreros han vuelto a sacar dinero en un banco. Allí, con los coches aparcados en un sitio donde parecía que había que aparcar, un viejo desdentado, especie de vigilante del lugar, no paraba de darme la lata. Yo pensaba que quería que pagara y yo le decía todo el rato que nos íbamos ya, que sí, que ahora íbamos… Tras varias idas y venidas, al final el tipo me ha traído papelitos de publicidad de un restaurante. Fíjate.

Hasta la hora de comer, lidiando con los conductores iraníes y el tráfico avasallante de la carretera de la costa del Caspio (incluyendo librarnos por unos pocos metros de un accidente en un semáforo –el golpe se lo llevaron los coches de la fila de al lado-) hemos parado un par de veces por necesidades de ir al baño. La gastroenteritis empieza a ser compañera del viaje.

Hemos parado a comer en una playa. Y ha sido una cosa extraña el tema de todo por lo que hay que pagar.

Primero había que pagar por entrar con los coches por el camino que iba a la playa, hasta que ha llegado un tío que le ha dicho al de los tickets que nos dejara pasar. La playa estaba dividida en dos trozos por una valla cubierta con una tela. En la parte que estaba abierta, al lado contrario de la valla, había una especie de bar-restaurante con malecón metiéndose en el mar, pero cerrado; imaginamos que por el Ramadán. Así que nos hemos puesto debajo de uno de las estructuras con toldos que había en la playa abierta y hemos comenzado a montar nuestro chiringuito para comer.

Algunos Aventoreros se han metido al agua, que estaba calentísima, e inmediatamente han llegado algunos tipos desde el restaurante a gritar que salieran. Creo que la playa era privada, y la parte pública era la que estaba detrás de la valla, porque luego ha llegado otro a pedirnos dinero por estar en los toldos. Tras la discusión y el decir que no pagábamos, hemos comenzado a desmontar mesas, sillas y el hornillo del camping gas para irnos. Nosotros habíamos comido algo de pan, atún y tomate antes de que llegaran los cobradores, pero los Aventoreros han tenido que malcomer las latas sin calentarse la comida, detrás de los toldos, y hemos seguido viaje hacia el este.


En Mahmoud Abad, al noreste de Teherán, hemos dejado la costa y hemos avanzado por la llanura litoral hacia Amol y Babol (sí, se merecen chistes malos), entre campos de cultivos y arrozales, un paisaje parecido al de la huerta de Valencia y con un tráfico infernal en las ciudades.

El sol comenzaba a bajar, y las grandes ciudades que hemos atravesado, o no tenían circunvalación, o nos la pasábamos por estar mal indicadas. Así que hemos cruzado ciudades en la hora punta de rotura del ayuno, cuando todo el mundo sale a la calle a hacer las compras para la cena y a tomar el primer té. Otra cosa no, pero animación y bullicio no les falta a las ciudades iraníes.


Al final se nos ha vuelto a hacer de noche para llegar al destino planeado para hoy, Behshahr. En la avenida principal que cruza la ciudad hemos encontrado un hotel de aspecto aceptable (baños limpios aunque sin taza y paredes con un extraño papel impermeable queriendo reproducir paisajes evocadores) y aún no era mala hora para darse una ducha y salir a dar un paseo en búsqueda de un sitio para cenar.,Pero el trámite de regatear por el precio de las habitaciones más la incapacidad del recepcionista por entender, o querer entender cuántas habitaciones de cada tipo queríamos ha alargado el proceso lo indecible, incluyendo el circo de subir y bajar escaleras de habitación en habitación con los empleados del hotel intentando colocarnos en una distribución que no era la que habíamos acordado.


Tuvieron que llamar al gerente para aclararlo con él y al final todo llegó a buen puerto, pero ya nos quedamos a cenar en el restaurante del hotel, donde el gerente y el cocinero me invitaron a que entrara a la cocina a ver qué tenían para hacer luego el pedido: Todo pinchos de pollo o cordero y congelados. Así que hoy hemos cenado lo mismo de ayer. Bueno, algunos sólo arroz gracias a la gastroenteritis. (quizá el yogur que nos sirvieron anoche no sentó bien a todos). La mujer del gerente llegó a interpretar de los gestos de acariciarse la barriga con mala cara que los que sólo pedían arroz decían que estaban gordos y por eso no tomaban carne…


Hoy ha sido mi cumpleaños y hemos brindado con cerveza sin alcohol y sabor a limón.


Con la humedad que hay aquí, ya veremos si el aire acondicionado es capaz de secar la ropa que acabamos de lavar en el baño antes de irnos a la cama.


Nuria aparece por nuestra habitación antes de dormir y nos dice que se ha intoxicado con algo. Tiene la piel del estómago irritada.

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