Aventura nº...

AVENTURA Nº 2: RUTA DE LOS CABOS 2012

lunes, 12 de septiembre de 2011

DÍA 11: TABRIZ ‑ HASHTPAR (también Talesh)

2 de agosto de 2011

1 país: Irán (acumulados 12)

1 túnel (acumulados 135)

416 km (acumulados 6.727 km)


Esta ha sido la primera noche que acampamos nosotros tres solos Y ha sido en un parque de una de las mayores ciudades iraníes, junto a otros ciudadanos que están allí de vacaciones o celebrando el comienzo del Ramadán. Como ventaja: era gratis, como desventaja, hemos dormido poco porque gran parte de la noche hubo una familia cerca de nuestra tienda, una familia con niña pequeña que no dio de hablar y de acercarse a nuestra tienda durante toda la noche.

Además, a las cuatro de la mañana llegaron a mi móvil dos mensajes de los Aventoreros diciendo que llegaban con retraso y que ya estaban acampados (las comunicaciones aquí no funcionan muy bien). Resulta que sí hay una zona del camping que es de pago, donde tienen sus propias tiendas grandes con camas en las que dormir. Ellos pasaron la noche allí. A pesar de las precauciones que hemos tomado Pau y yo con los pantalones largos, Pachi aparece con pantalones cortos dispuesto a desmontar junto con Enrique algunas de las piezas de los motores de sus coches.

Mientras nos saludamos y les comentamos el plan de ir al Bazar junto con Elyar, aparece éste, y además un profesor de inglés se pone a hablar conmigo al verme junto a la ambulancia, interesándose por nuestro viaje. Me desaconseja que pasemos por Teherán porque el tráfico nos haría perder mucho tiempo y además es una ciudad muy contaminada. No sé si llega a ofrecernos sus servicios como guía turístico por la costa (insiste en que bajemos a la costa desde Tabriz), pero le agradezco sus indicaciones y le digo que somos mucha gente y ya tenemos plan para hoy.

Hacemos entrega a nuestro guía Elyar de una camiseta del equipo

Camino del bazar con Elyar, somos la atracción del autobús (baratísimo) y todos los pasajeros se interesan por el grupo de 9 extranjeros que van junto a un adolescente iraní. La única pega es que hombres y mujeres van en zonas separadas y a Nuria le toca ir detrás (allí entabla conversación con una chica -es la madre de ella quien le dice a la hija que dé conversación a la extranjera- que le da unos bombones y le cuenta que le gustaría irse del país).

Elyar quiere enseñarnos varios museos de la ciudad, no sólo el bazar, pero lamentablemente no hay tiempo para tanto y hemos de conformarnos con una visita al mercado, en el que Elyar dice que cualquier cosa que busquemos la podremos encontrar allí. Hace mucho calor y finalmente no podemos evitar comprar unas botellas de agua, lo que hace que demos aún más espectáculo al beber agua por la calle. Hay quien nos mira mal, pero también veo a chicas que llevan zumos en break y de vez en cuando le dan un trago. Pero estamos pasando mucho calor mientras algunos de los Aventoreros han ido con Elyar a cambiar dinero y somos un grupo muy grande que llama mucho la atención.

A la vuelta hacia el camping, en el autobús, a Elyar le da un mareo y, aunque al principio se había mostrado incómodo al ver que en el parque algunos de los españoles llevaban pantalones cortos; finalmente cae y pide agua antes de medio caerse. Montamos otro espectáculo al tumbarlo en el suelo y levantarle los pies, remojándole la nuca. No nos acompaña hasta el camping y se desvía antes para ir a su casa. El pobre se habrá llevado una sensación extraña de nosotros al on aceptar completamente su hospitalidad y ser un tanto "escandalosos".

Tras discutir la ruta, decidimos que nos vamos directamente hacia la costa en lugar de ir a Teherán. Nosotros recorreremos toda la ribera sur del Caspio mientras que los Aventoreros están pensándose recorrer sólo una parte para luego desviarse hacia las montañas.

Los paisajes son alucinantes, zonas desiertas, cañones profundos y tortuosos y finalmente un puerto en el que se corona en un túnel para salir a la vertiente norte de los montes, encarada a los vientos húmedos del Caspio. Una gran bajada con decenas de curvas en un paisaje verde, selvático como en la costa del mar Negro, se presenta ante nosotros.

La bajada al mar es como una atracción de feria, con camiones medio parados para arriba y abajo, y cientos de conductores iraníes haciendo el loco adelantando por todas partes. Pues donde fueres haz lo que vieres, y comenzamos a bajar como los locales, adelantando en cuanto hubiera algo de visibilidad independientemente de la línea continua o discontinua. Hasta que un policía para a uno de los Clío de los Aventoreros. El hombre les pide 50 $, ellos le dicen que no tienen, que están haciendo un viaje benéfico, caridad; éste les responde que para caridad la que podrían tener ellos con sus hijos. Finalmente lo rebajan a 10 $, pero ellos tienen billetes de 20, por lo que el policía les devuelve el cambio... Soborno honrado.


Cuando llegamos a la costa hemos de atravesar alguna ciudad importante, con tráfico caótico, por lo que se termina por hacer de noche, pero seguimos hasta la ciduad que nos habíamos fijado como destino, un tanto peligroso porque los iraníes tardan mucho en encender las luces al llegar la oscuridad y siguen conduciendo con la misma temeridad.

Encontramos un hotel junto a la carretera en la ciudad a la que queríamos llegar, y aunque parecía limpio, realmente desde la época del Shá nadie había limpiado de verdad esas habitaciones. Estaba al nivel, o peor, del hotel de Merzifon en Turquía; los baños daban miedo (algunos tenían una especie de taza de retrete portátil para poner encima del agujero) y las camas estaba durísimas: preferimos poner nuestros sacos encima. Al menos Manu, el negociador oficial de los Aventoreros ha conseguido un precio un tanto más barato.


Como es tarde, nos vamos directamente a cenar (con la ambulancia llena de aventoreros) y encontramos un restaurante que parece limpio desde fuera. Efectivamente, sólo lo parece. Pero nos da igual, así que kebap de cordero y arroz para algunos, y pescado para otros. Antonio, uno de los Avetoreros parece que ha ligado con uno de los camareros del restaurante, que no para de enseñarle fotos de chicas en su móvil.

Tras la cena, algunos de los aventoreros se van hacia el centro de la ciudad en busca de un local con internet, los demás volvemos a ducharnos y a dormir. Nuria dice que empieza a sentirse mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario