Aventura nº...

AVENTURA Nº 2: RUTA DE LOS CABOS 2012

lunes, 25 de febrero de 2013

RUTA DE LOS CABOS 2012, DÍA 4: Compiègne (Fr) - Bruselas - Bad Bentheim (Al)

Martes 3 de julio de 2012

SI HOY ES MARTES, ESTO ES BÉLGICA... NO! HOLANDA..., ¿ALEMANIA?


596 km




A la luz del día el Hotel de Flandre en Compiègne no parecía (o quizá sí) tan angosto como la noche anterior, después de vagabundear en la campiña del norte de Francia. Era el típico hotel antiguo de centro urbano que ha ido ampliándose a costa de extenderse por los inmuebles adyacentes, cambiando el ancho de los pasillos, el estilo del mobiliario, y la cantidad de roña acumulada en las moquetas (las moquetas, uno de los pocos aspectos en los que ganamos de goleada a Europa: ¡no las usamos!), según vas pasando de un edificio a otro.

Nuestro hotel, y mi coche
 

El caso es que después de un buen sueño (en una minihatación dentro de la habitación de los Sambori, y comunicada con ésta mediante puerta y ventana interior) y una ducha reparadora, estábamos en condiciones de comenzar el periplo por el corazón industrial y motor económico del continente, entre la cuenca del Ruhr en Alemania y el puerto de Rotterdam. Para el carbón y el acero que se producía en toda esta región de Europa y evitar que se produjera una nueva guerra nació la actual Unión Europea. Precisamente, en esta etapa en la que pasaríamos por la capital europea también uníamos algunos puntos muy significativos de la Segunda Guerra Mundial (cuyos escenarios y circunstancias iban a estar asomando aquí y allá durante todo el viaje).

En Compiègne, de donde partimos ese día, se firmó el armisticio  entre Francia y Alemania al final de la Primera Guerra Mundial en 1918, y donde 22 años más tarde Hitler hizo que los franceses se la envainaran firmando su rendición en el mismo coche de tren. Vueltas que da la vida.

Aunque amaneció el día despejado, poco a poco, mientras avanzábamos hacia la autopista por la campiña el día se fue nublando, por lo que en la priemra estación de servicio paramos a desayunar algo y a que los Sambori se pusieran la ropa de lluvia.

Desde allí a Bruselas eran dos horas, que hicimos sin complicaciones. Simplemente una breve parada para tomer un café, unos pocos kilómetros antes de llegar a la capital comunitaria (será la pauta general de todo el viaje: parar cada dos horas para repostar en la moto y que Rafa y Elena descansaran, que para ser su primera experiencia motera, no era poca cosa lo que estaban haciendo). Y de paso yo volví a sujetar uno de los guardabarros traseros del coche con bridas, consecuencias del golpe del día anterior.

En Bruselas visitamos el Atomium. No es lo más pintoresco ni típico ni bonito que ver en la ciudad pero quizá sí lo más curioso, espectacular y kitsch; y además queda al lado de la autopista... Si vosotros vais también a Bruselas, os recomiendo las callejuelas que rodean la plaza del Ayuntamiento, y una buena parrillada de marisco (famosos son los mejillones) de las que sirven en todos los restaurantes del centro. Con la paella belga de mejillones yo no me atreví la vez anterior que estuve en Bruselas.
 
¡Un nuevo chekpoint logrado!
 
Tras las fotos de rigor y el descanso oportuno con almuerzo en Bélgica seguimos el viaje hacia Holanda. En la zona de Amberes el tráfico era brutal y peligroso, con auténticos hijos de Satanás lanzándose a casi 200 km/h en cuanto pasaban los embotellamientos de los enlaces de autopista (esos civilizados belgas...)
 
Había que tener la ruta clara antes de seguir el camino

Nada más entrar a Holanda paramos a comer algo en un área de servicio (por eso de hacer cada comida del día en un país diferente), y un marroquí al que le cai bien o le haría gracia el tuneado del coche, me regaló una taza así por las buenas. Cosas del camino.
 
Si en la Segunda Guerra Mundial, las carreteras holandesas hubieran tenido el tráfico que tienen ahora, dudo mucho de que la blitzkrieg que lanzó Hitler hubiera prosperado, porque atravesar Holanda, que mira que es pequeña fue duro. En Breda nos encontramos con el segundo atasco del viaje, y nos costó llegar al lejano puente de Arnhem sobre el Rhin entre el tráfico, las obras, la lluvia y la cantidad de cruces en los que debíamos ir cambiando de autopista para seguir la ruta a la frontera alemana.
Los Sambori guardando pacientemente su puesto en el atasco para no dejarnos atrás.
 
Durante ese tramo yo iba delante abriendo camino, comprobando en el mapa de carreteras que no me pasara de enlace (hubo uno en el que me equivoqué y perdimos unos 10 minutos entre ir y volver).
 
Por fin, el cielo se fue abriendo y, tras atravesar una zona de bosques  despoblada y sin salidas ni gasolineras entramos a Alemania, con lo que el objetivo del día estaba cumplido. Estábamos cansados tras la última etapa de tráfico, lluvia y enlaces, pero por fin estábamos en el país de destino del día. Ahora sólo nos quedaba encontrar alojamiento.
 
Salimos en el primer pueblo (Bad Bentheim), y tras varios dimes y diretes y vueltas que nos hicieron perder la noción de la distribución del pueblo, por fin encontramos un hotel a un precio razonable y con habitaciones disponibles.
 
Después de ducharnos nos fuimos a cenar, y no se nos ocurrió seguir calle arriba porque no sabíamos dónde llebava esa calle, así que nos subimos al coche y dimos una vuelta de 5 km por donde habíamos llegado a esa zona del pueblo, para entrar así al centro urbano en el que habíamos estado al principio.
 
Pasaban de los 9 de la noche, así que no nos dieron de cenar en ningún sitio, ni siquiera en un restaurante griego, con lo que nos conformamos con unas cervezas en una terraza en la aprte alta de una calle que bajaba a un vecindario que nos recordaba a algo... 200 m más abajo estaba nuestro hotel, sin necesidad de haber hecho los casi 5 km por los que habíamos venido.
Hora de preparar la cena
Y como no nos dieron de cenar, pues nosotros nos hicimos la cena aprovechando que nuestras habitaciones daban a la misma terraza. Nuestra primera cena de campaña.
 

1 comentario:

  1. Como demonios te acuerdas de tantos detalles? :-)
    Me dan ganas de volver ahora mismo, y eso que esta es la parte más "aburrida" del viaje.

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