Hace unas pocas semanas tuvimos la esperanza de poder contactar con una empresa de ambulancias de Valencia (contado en el post anterior, La red social). Era una de las empresas a las que antes de Navidad enviamos nuestros dossieres. Ninguna respondió ni siquiera para decir “ahí te pudras”, aunque fuera con un, más suave, “en estos momentos no os podemos ayudar”. Pero al menos esta vez íbamos con alguien que había trabajado allí unos cuantos años y los conocía.
Seguimos esperando, tras la visita, llamadas y correos electrónicos, que nos digan algo tan fácil como si de aquí a los próximos 4 ó 5 meses les caduca la licencia de alguna ambulancia.
En una situación parecida nos vemos con Autosport de Alicante.
Lo de la Patrol de la Cruz Roja de Elche también nos tiene confusos, ya que aún no hemos conseguido que nos expliquen por qué no podemos usar un vehículo que ellos van a llevar al desguace.
Y en éstas estamos cuando ocurrió que el sábado pasado me encontré en Elche, tras unas circunstancias muy determinadas que hicieron que fuera a aparcar el coche a la puerta de casa a una hora concreta, con una de las ambulancias amarillas de la DYA. “¡Tate!”, me dije, “¿Será una señal?” Y abordé al conductor del vehículo, responsable a la sazón de la logística de la organización en Elche. Conocía de qué iba el tema y me comentó que creía que en mayo/junio le caducaba la licencia de una UVI Citroën Jumper.
Pau ha ido hoy a hablar con él, pero ha dicho que la aguantará hasta el final del verano, así que no podremos llevarnos otra ambulancia amarilla a Ulán Bator, como nuestros amigos del Equipo Sambori el año pàsado.
Aún así, le ha dicho a Pau que le llamemos de nuevo en un mes, porque nos podría gestionar la donación de otro vehículo que podría resultarnos interesante.
Seguimos esperando.
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