1 país: Rusia (acumulados 16)
0 túneles (acumulados 138)
655 km (acumulados 12.990 km)
Necesitábamos volver a internarnos en las montañas. Después de tantas llanuras infinitas, de tantos horizontes alejados, o como mucho atravesar zonas de pequeñas colinas; hoy hemos estado atravesando montañas de verdad. No lo hacíamos desde Irán.
Como mucho no acercamos a ellas en Kazajstán, viendo las cumbres nevadas que nos separaban de Kirguizistán o de China, pero hoy hemos atravesado los Montes Blancos de Altai, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
No ha sido complicado salir de Barnaúl y llenar el depósito de la ambulancia, a excepción del problema de comprensión con los empleados de las estaciones de servicio de Rusia, que no entienden el concepto “lleno”. Ellos quieren saber una cantidad en rublos para marcarlo en el surtidor o en el ordenador de la caja, si no, no hay manera de conseguir que abran la manguera. Nos ocurrió ayer en Rubtsovsk y hoy de nuevo a la salida de Barnaúl.
Luego, los primeros kilómetros han sido por un pequeño tramo de autovía en la que íbamos con la duda de si nos estaríamos metiendo en la ruta que sube hacia la capital de Siberia: Novosibirsk, al norte. Pero tras preguntar en una gasolinera hemos encontrado la carretera que va hacia el sureste, hacia los montes de Altai y hacia Mongolia.
El sur de Siberia está atravesada por multitud de ríos, tiene grandes bosques y muchos pueblos y ciudades (no se trata de la extensión desierta del norte). Una región agradable de la que hemos visto una pequeña porción en un bonito día de verano.
Lo que no era tan bonito ha sido cuando un coche de policía que venía en sentido contrario, al acercarse hacia nosotros ha ido frenando y en cuanto nos hemos cruzado se ha dado la vuelta para seguirnos. Conducía Pau, que lo ha visto por su retrovisor (yo también me he percatado de que frenaba e iba atento a mi espejo para ver qué hacía). Así que hemos reducido la velocidad a 80 km/h (seguimos sin saber cuál es la velocidad máxima permitida aquí) y en los cruces señalizados bajábamos a 70 ó 60 km/h, aunque indicaciones de velocidad no había en ningún sitio.
Nos han seguido un buen rato hasta que nos han adelantado, y tras otros minutos delante de nosotros, se han cansado y se han vuelto hacia Barnaúl.
Mientras tanto, hemos tenido tiempo de saber que los Chispa de la Vida y el resto de su expedición van 150 km por delante nuestro (han madrugado) y que los Aventoreros van camino de Semey, incluyendo 8 encuentros con la policía kazaja (3 coches llaman tanto la atención como una ambulancia).
Poco a poco, la llanura con cultivos y bosquecillos se ha ido odulando hasta que se ha transformado en valle estrecho y profundo: estábamos en Altai. Una zona turística con ríos, puestos de venta de artesanía, zonas de acampada y rusos bañándose o haciendo deportes acuáticos.
Hemos parado a comer en uno de estos sitios: hamburguesas y perritos calientes (comida tradicional, como el pollo asado de anoche) con vistas al río y música dance machacona (en Rumanía ya descubría que a los eslavos les encanta martirizar durante la hora de la comida con la música de empastillarse a última hora de la noche).
Los baños de esta zona de recreo (he tenido que visitarlos porque empiezo a ir ligero) estaban limpios y, como en toda Europa, custodiados por alguien que los limpia y que en este lugar cobra un peaje por entrar a ensuciar. El precio eran 2 rublos, pero me he hecho el tonto dándole una moneda de 2 kópecs. No ha funcionado.
Después de comer hemos seguido avanzando entre las montañas y hemos parado en otro barecillo con torrente de agua fresca bajando de las montañas para que Nuria, que estaba conduciendo, se hiciera un café. Hemos aprovechado para llenar de agua todas nuestras garrafas (para ducharnos, hervir y lavar platos nos servirá).
Poco a poco, conforme seguíamos río arriba, las poblaciones y los establecimientos turísticos han ido disminuyendo, aunque seguíamos viendo a gente acampada o domingueando (bueno, hoy es sábado) y bastante ganado, que en ocasiones invadía impunemente la carretera.
Prácticamente todos los vehículos que nos cruzábamos eran importados de Japón (con el volante a la derecha (ayer se veían sólo unos pocos) y la población que veíamos cuando bordeábamos algunos de los pocos pueblos que hay por esta zona (ya a más de 500 km de Barnaúl) ha dejado de ser étnicamente rusa para volver a tener rasgos centroasiáticos o incluso mongoles.
Uno de éstos era el policía en una travesía semiurbana nos ha parado. Quizá la velocidad permitida era de 70 km/h y Nuria conducía a 80 ó 90. Y al final de una recta, en un cruce, había un policía joven y rasgos mongoles con su radar de mano haciéndonos la foto. Nos ha ordenado que paráramos. Nuria y yo hemos bajado pero tras decirle “hola”, el amigo nos ha hecho gestos para que siguiéramos: Éste ha sido el único encuentro real que hemos tenido con la temida y corrupta policía de tráfico rusa.
A menos de 200 km de la frontera hemos tomado la precaución de volver a llenar el depósito porque empezamos a adentrarnos en territorio comanche. Estas tierras ya tienen el aspecto de que a parte de los suministros a la poca población que hay por aquí, el único tráfico existente es el movimiento internacional con Mongolia (que tampoco será de una intensidad pasmosa).
Intentando entendernos con la dependienta de la gasolinera para decirle que queríamos llenar el depósito.
Y poco después, con el sol ya bastante bajo, nos hemos encontrado con nuestros amigos de La Chispa de la Vida, acompañados por los equipos Madia Leva (gallegos, en una vieja ambulancia Renault que consiguieron el día anterior de comenzar el Rally), los madrileños Shere Khan en una Kangoo y los ingleses The Bison Team en una ambulancia Iveco. Estaban parados en un pueblo a unos 75 km de la frontera intentando solucionar un problema, al parecer de inyección, o eléctrico, que tenían los Shere Khan.
Ha sido una alegría volver a encontrarse con compañeros de ruta con los que ya hemos compartido dos jornadas, que además van bien acompañados con nuevos efectivos.
Pau y Nuria Álvaro (Chispa de la Vida), Noelia e Ismael (Madia Leva). Esteban arregla la carga en lo alto de su ambulancia.
Tras los intercambios de información y anécdotas de rigor, y una vez que parecía resuelto el problema de los Shere Khan, hemos seguido adelante. Pero a los pocos kilómetros hemos vuelto a parar porque la furgoneta de los madrileños seguía con problemas de potencia y no sabían si se trataba de algo eléctrico relacionado con las bujías o algún contacto con un panel de luces trasero, que también fallaba, o temas de suciedad en los inyectores; porque el neumático con el que habían estado intentando solucionar el problema unos minutos antes no paraba de buscar el filtro de la gasolina de la furgoneta.
La ambulancia de los Madia Leva y el radiador de repuesto de los Chispa de la Vida
Hemos decidido seguir adelante los Madia Leva, nosotros y los The Bison Team, mientras que Shere Khan y Chispa de la Vida volvían al taller a intentar solucionar el fallo. La idea era llegar hasta la frontera para acampar allí o incluso intentar cruzarla esta noche. Y se nos ha hecho de noche, pero antes de llegar a la frontera en Tashanta, los rezagados nos han pillado y hemos avanzado en caravana de cinco vehículos (cuatro de ellos ambulancias) hacia la última población rusa.
La frontera estaba cerradísima: era tarde (la organización del Rally nos había dado un horario de la frontera en la que dice que los fines de semana está abierta, al contrario que años anteriores). Así que nos hemos dado la vuelta, hemos atravesado otra vez el pueblo (sin un alma a la vista) y hemos acampado en un prado a las afueras (mañana por la mañana nos levantaremos temprano para cruzar a Mongolia.
Hemos hecho un corro con los cinco vehículos, en plan caravana de pioneros en el Oeste y entre la comida, butano, utensilios y conocimientos de cocina de unos y otros, hemos hecho la cena para los trece componentes de la expedición.
El rancho para los expedicionarios
Hace mucho frío (estamos a 2.020 m de altitud en mitad del páramo) pero lo hemos combatido con el café licor que traen los Madia Leva; y antes de dormir hemos grabado un trozo del documental que están preparado los Chispa de la Vida para la televisión asturiana: una especie de rueda de prensa con un componente de cada uno de los cinco equipos, resumiendo lo que ha sido el día de hoy y lo que nos espera mañana.
Ha sido muy divertido, casi todo tomas falsas. Parece que la última parte del viaje con esta gente será muy agradable.
¡Mañana Mongolia!
En esa última foto pareces un dibujo animado, David.
ResponderEliminarLo soy...
ResponderEliminarJaja que recuerdos!!
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